Cocinas lacadas


Los estilos y materiales que se pueden utilizar en la decoración del hogar y cada una de sus estancias son infinitos, así que hay que hacer un gran repaso siempre que quieras cambiarlos para poder elegir lo más adecuado en cada momento. Hoy me gustaría hablarte de las cocinas lacadas, que son muy modernas, sofisticadas, elegantes y que tienen un acabado que puede ser brillo, mate, metálico o texturizado.

Este tipo de cocinas están fabricadas con un material elaborado con fibras de madera y tiene una estructura uniforme que permite que el acabado sea perfecto para el lacado. A los tableros se les aplican varias capas de pintura de poliéster y para el acabado se puede utilizar poliuretano o acrílico. Toma nota de las características de las cocinas lacadas:

– Son menos resistentes que otros materiales a abrasiones, golpes o arañazos, pero también es cierto que su reparación es mucho más sencilla. De hecho, hay productos que se pueden comprar para reparar cualquier golpe, arañazo o ralladura el instante y queda como nueva.

– Los acabados de este tipo de cocinas son espectaculares, motivo por el cual son más caras que las cocinas más sencillas, aunque sin duda merece la pena hacer la inversión. Los precios varían mucho y cuantas más capas de lacado lleven más caras serán, aunque también es cierto que cuantas más capas lleva más resistente es.

– Hay una gran variedad de acabados para que puedan adaptarse perfectamente al estilo decorativo que quieres para tu cocina. Los acabados en brillo llevan hasta 7 capas de laca para conseguir que sean perfectos y agradables. También hay acabados en mate, metálicos o texturizados, que son los que más se están poniendo de moda últimamente ya que tienen irregularidades que le dan mayor dureza y ayudan a disimular la suciedad que se pueda acumular.

– Para su limpieza, puedes hacerla con un trapito humedecido en agua y jabón neutro. Si las puertas son brillantes y las manchas persisten puedes utilizar alcohol etílico diluido en agua. No es recomendable utilizar acetona, disolventes, amoníaco, cremas abrasivas, estropajos de acero o demás productos que puedan rallas o quemar la superficie.

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