Un ático de estilo escandinavo


Blanco, luminoso, personal… Con algunas pinceladas de color que enaltecen aún más la serenidad cromática del ambiente. Así es esta vivienda de estilo escandinavo, donde el espacio parece querer atrapar la mayor cantidad de luz natural posible y multiplicarla hasta el infinito.

A la hora de decorar este acogedor ático de 55 m2, localizado en la ciudad sueca de Gotemburgo, se ha pretendido aprovechar su magnífica arquitectura de edificio antiguo, sus altos e inclinados techos que ya definen el espacio por sí mismos y lo dotan de personalidad. Potenciar la luminosidad del ambiente ha sido el otro punto clave en el proyecto de interiorismo.

El blanco al poder


Para lograr el objetivo, además del gran ventanal que domina el salón, la cubierta dispone de lucernarios que facilitan la entrada de luz al interior. Por otra parte, los colores y revestimientos elegidos son claros y luminosos. El salón y el comedor comparten un mismo espacio diáfano. Suelos de madera clara, paredes y techos blancos… Solamente algunos toques de color dispersos salpican el inmaculado escenario como, por ejemplo, los cojines verdes y rojos del sofá, y alguna silla o complemento aislado. Gracias a ello, la atención se focaliza en uno u otro punto según convenga.

La fuerza de los detalles

En un escenario tan puro, tan blanco, resurgen con fuerza los pequeños detalles, que cobran en este caso una gran importancia. Son precisamente estos pequeños detalles los que marcan el espíritu del espacio y le aportan carácter. Entre ellos, destaca la elección de algunas piezas de diseño, como las sillas blancas de Xavier Pauchard del comedor, que se mezclan con otros elementos procedentes de Ikea. Una silla negra o un taburete rojo funcionan como una isla de color, en medio de un mar de blanco. Ese detalle, que podría parecer insignificante, evita que la decoración caiga en el aburrimiento.

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